El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón, ni orgulloso, ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia (1 Co 13:4-7 NTV)…
Que distinto un amor paciente del amor como se vive en nuestros días, donde las personas quieren todo aprisa, relaciones express, sexo express, romance express; en nuestros días los celos son puestamente “sanos” y “normales” y hay quien se justifica diciendo que Dios mismo es celoso, cuando en realidad se trata mayormente de la inseguridad generada por iniciar relaciones con personas que uno no conoce bien; ¿Quién de nosotros ha entendido que el amor verdadero no lleva registro de las ofensas? Mas bien pareciera que disfrutamos nuestra colección y hasta parece que nos gusta competir a ver quién ha sido ofendido o lastimado mas veces diciendo comentarios como “mmm, eso no es nada…”; ¡El amor no exige que las cosas se hagan a su manera! Woow, ¿Cuántos de nosotros estamos realmente dispuestos a doblar constantemente nuestros deseos a favor de la persona amada? Quizás al principio sí, cuando las cosas comienzan, pero conforme pasan los años queremos exigir “nuestros derechos”, por lo cual muchas relaciones que terminan en divorcio se parecen más a aquellos juegos de niños donde se dicen el uno al otro “es mío… no, es mío… no, es mío…” Finalmente el amor se mantiene firme en toda circunstancia… Muchachas ¿Quieren romanticismo verdadero? Consideremos la historia de Jacob quien conoció a Raquel, la amo desde el principio, pero estuvo dispuesto a trabajar 14 años para quedarse con ella… ese es el tipo de amor firme y a toda prueba que necesitamos. Hay dos clases de amor y dos clases de relaciones de pareja: Al estilo de los hombres y al estilo de Dios, escojamos ya el estilo del Padre, no nos conformemos con menos, y vivamos lo sacrificialmente hermoso del amor a la forma de Él.
Pbro. Efraín A. Reyes Bonilla