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Tres respuestas a la oración


2 Crónicas 7:14 “Si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.” 2 Crónicas abarca 427 años: 19 reyes de Judá. 7 buenos, 10 malos y dos (Salomón y Joás) buenos pero se volvieron malos. En este versículo Dios contesta la oración de Salomón y le dice personalmente que si su pueblo se arrepiente puede regresar a él y tener un gran despertar espiritual. ¿Cuándo vendrá un avivamiento o despertamiento espiritual? I.- Cuando seamos humildes Job 5:11 “él enaltece a los humildes y da seguridad a los afligidos” Salmo 138:6 “Aunque el Señor está en lo alto, se fija en el hombre humilde, y de lejos reconoce al orgulloso” Salmo 147:6 “El Señor levanta a los humildes, pero humilla por completo a los malvados” Isaías 57:15 “Porque el Altísimo, el que vive para siempre y cuyo nombre es Santo, dice: “Yo vivo en un lugar alto y sagrado, pero también estoy con el humilde y afligido, y le doy ánimo y aliento” La humildad significa: un espíritu de quebrantamiento, de mansedumbre y de contrición. El Señor quiere que veamos nuestro valor, pero al mismo tiempo nos invita a tener mansedumbre. La grandeza de Dios debiera llevarnos a la humildad. En ese tiempo, Dios se reveló a su pueblo. Cuando llegó el momento de la dedicación del templo, centenares de músicos levitas, de sacerdotes, de porteros y de sirvientes empezaron a desfilar hacia el templo. Cuando lo hicieron, Salomón se arrodilló en oración y repentinamente el lugar se llenó con la gloria del Señor y Dios les habló. La gente se humilló ante la majestad de Dios. Si nosotros pudiéramos tener un reflejo de la gloria ilimitada y del infinito poder de nuestro gran Dios, caeríamos sobre nuestros rostros en humildad como millares lo hicieron ese día. Dios es tan grande que Salomón declaró: “…los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener…” (2 Crón. 6:18). Dios es grande. Esa grandeza nos hace ver nuestra pequeñez.     (Parte 1)

Pbro. Rodolfo Torres Pérez