Amor es: Ser tolerantes. Es tener la capacidad de vencer el enojo y la ira en el matrimonio. Es detenerse y meditar cuando estamos frente al enojo y pensar que mi cónyuge es más valioso(a) que cualquier cosa ó circunstancia.
Amor es: Perdonar. El amor no toma en cuenta el mal recibido. Es perdonar cuantas veces sea necesario. Cuando asumimos una actitud sincera de perdón, también seremos perdonados.
Amor es: Ser fieles. Es estar dispuestos a sufrir lo que sea por el bien de nuestro cónyuge. Es honrar el pacto de fidelidad que nos hicimos un día.
Amor es: Creer. Es tener la fe de que nuestra pareja actúa siempre con buena voluntad. Es muy probable que se equivoque, o lo haga mal, pero debo creer que lo hizo con buena intención.
Amor es: Soportarlo todo. Es soportar olvidos, desatenciones, desacuerdos, y cualquier debilidad temperamental de mi cónyuge, con fe y alegría; sabiendo que poco a poco todo cambiará.
Si no estás amando con esta clase de amor incondicional, necesitas fortalecer tu vida espiritual en Cristo Jesus, porque este amor solo es posible como fruto de la presencia del Espíritu de Dios en nuestras vidas.
El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia. Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor.
1 Cor. 13:4-7, 13 NTV
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