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DAVID O GOLIAT


Sentimientos, enfermedades, química y debilidades para probar qué carácter los domina: David o Goliat.

Dios es perfecto. Dios tiene sentimientos. Hizo al hombre a su imagen y semejanza, por tanto, el hombre tiene sentimientos, y estos no son malos, ni hacen al hombre malo; sino que en ellos es perfeccionado. La ira, El Señor se enoja, pero no peca. La risa, el hombre siente gozo, como Dios, pero no en una injusticia, ni en una obscenidad, ni humillando a nadie.

El carácter no son los sentimientos, sino el control y dominio sobre ellos. Tener el carácter del Señor no es no enojarse, sino saber hacerlo. No es no entristecerse, si no canalizar la tristeza a rendir buen fruto.

No es pecado deprimirse, sino actuar equivocadamente en la depresión. No es un error sentir miedo, el error es que nos domine. La euforia, la melancolía, la tranquilidad, el apuro y el coraje son sentimientos que nacen en el hombre; como lo están en la naturaleza del Señor. No es pecado tenerlos, sino actuar mal al sentirlos. Ese es el carácter.

El carácter no es la química cerebral, sino la voluntad que la encamina. El carácter no es el estado de ánimo, sino el dominio del espíritu para que no afecte. El carácter no es el temperamento, sino tenerlo subordinado al poder y dominio del Espíritu de Dios. Sea serio o emotivo, tranquilo o inquieto, callado o platicador, suave o firme; ningún temperamento debe dominar sino ser dominado por el fruto del Espíritu Santo.

 Una enfermedad no es la identidad, sino saber enfrentarla es la esencia de la persona, aunque de una enfermedad mental se trate. La enfermedad, el sentimiento, la debilidad de la carne, el estado de ánimo y la química particular no son los enemigos; como la tierra que los filisteos poseían no era la enemiga del pueblo de Dios, sino los que la controlaban. Por lo que en la enfermedad, a los sentimientos, a nuestras carencias y temperamento, estados de ánimo y la química cerebral; a todo esto hay que asestar una piedra en la frente del Goliat, es decir, del carácter equivocado que se aferra en poseerla, para que en todas estas cosas, domine el Reino de Dios, a manos del hijo de David, cuyo fruto o carácter del Espíritu, tiene poder para someterlas a la voluntad del Señor.

Jorge Figueroa del Valle