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TUVIERON QUE ESPERAR HASTA ESE DÍA


Respecto a los 40 días en que Jesús estuvo en la tierra después de haber resucitado, los evangelios en realidad nos presentan una información muy breve: Mateo y Marcos dedican sólo veinte versos, Lucas dedica cincuenta y tres (más otros nueve en el libro de los Hechos), y Juan cincuenta y seis. No sabemos si se apareció todos los días a todos, no se registran muchas enseñanzas suyas en ese tiempo, y tampoco se nos dice si hizo más obras importantes o milagrosas en esos días. Creo que el secreto sobre este asunto no es que a los apóstoles se les haya olvidado ni que le hayan restado importancia al tema, creo que el secreto está en las propias palabras de Jesús: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” Jesús ya había terminado su obra en la Tierra (Jn 17:11, 19:30), sólo restaba dejar en claro que había resucitado, dar pruebas indubitables (Hch 1:3) a un número suficiente de personas, y después eso, irse.

Como somos personas del siglo XXI acostumbrados a los calendarios y los relojes, pareciera que la Semana Santa pasó ya hace mucho y que sólo queda ya el buen sabor de boca de unos días de descanso recientes (o hasta cuentas que pagar), pero olvidamos que aun nos encontramos en ese periodo de 50 días previos a que el Espíritu Santo llegara (40 días de Jesús resucitado más 10 días adicionales de espera), los 50 días previos al Pentecostés. Los discípulos tuvieron que esperar estas apariciones “no necesariamente constantes” del Señor más otros diez días en oración conjunta, pero tú y yo… ¡TU Y YO YA NO TENEMOS QUE ESPERAR PARA SER LLENOS!… Para nosotros la historia bíblica ya se cumplió y no tenemos que esperar hasta Pentecostés para recibir la llenura del Espíritu Santo, nosotros somos la generación bienaventurada que ha creído sin haber visto pero que tiene la oportunidad diaria y constante de vivir la experiencia del Espíritu en su vida. John Wesley no lo había entendido así y durante los primeros años de su vida cristiana vivió esta vida incompleta sin la llenura de Dios, y lo mismo podría pasarnos si no queremos darnos cuenta de nuestra necesidad e insistimos en esa vieja y religiosa forma de pensar que dice que la llenura y la manifestación del Espíritu sólo fue para la primera iglesia y ya no es para nosotros (esta forma de pensar carece de fundamento sólido y no puede sostenerse más que a nivel filosófico pero no bíblico).

La verdad es que el Santo Espíritu de Dios se volvió una realidad accesible a todo el que viene a Dios con un corazón correcto, y es capaz de producir en nosotros muchas cosas (dones, fruto, convicción de pecado, ser redargüídos, revelación, paz, justicia, gozo, aun la capacidad misma de llamar Señor a Jesucristo y mucho más…).

Si no has disfrutado la verdadera y completa llenura del Espíritu Santo no puedes quedarte así, incompleto, ora a Dios creyendo que Él dará su Espíritu a quienes se lo pidieren… Lo necesitamos tanto…

Pbro. Efraín Reyes Bonilla