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LA PAGA DEL PECADO


La Biblia nos dice claramente que existe una relación directa entre la desobediencia a Dios y la muerte. Santiago describe este vínculo de la siguiente manera: “Cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte” (Santiago 1:14-15,LBLA). Todo pecado posee esa característica mortal. No es que Dios está sentado en el cielo, y decide maltratar a los que cometen errores. Pero él prohíbe ciertas maneras de comportarse porque sabe que finalmente destruirán a sus víctimas. No es Dios el que conduce a la muerte a la persona, sino el pecado. Y el pecado se convierte en un cáncer que consume a aquellos que se entregan a él. El apóstol Pablo usó las siguientes palabras para describir la naturaleza maligna del pecado en su propia vida, y el maravilloso remedio que está a la disposición del creyente: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, [que ha sido hecho] por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” (Romanos 7:24-25). ¿Qué es el “cuerpo de muerte”, al que se refirió Pablo? Este término describía un horrible método de ejecución que era usado por los romanos en esos días. Ataban un cadáver a la persona condenada, de tal manera, que no podía librarse de él. Entonces la carne podrida del cuerpo muerto comenzaba a corromper el cuerpo del prisionero. Inevitablemente, enfermedades e infecciones terribles producían una muerte lenta y dolorosa. Esto, según dijo Pablo, es lo que el pecado le hace a una persona que no ha nacido de nuevo. Se une a su víctima y contamina todo lo que toca. Sin la sangre de Jesucristo, que limpia de todo pecado, todos estamos irremediablemente condenados por esta plaga de maldad. Esta relación entre el pecado y la muerte tiene que ver no solamente con las personas, sino también con las naciones. La práctica de la esclavitud, los abortos, el homosexualismo y tantos otros pecados son la consecuencia de terribles enfermedades en la humanidad. El fundamento moral del universo es una expresión de la naturaleza de Dios, y todo es gobernado por ésta. ¡Los que tratan de pecar sin sufrir las consecuencias están destinados a experimentar un terrible desengaño! A veces, les pregunto a las personas si pueden recordar qué fue lo primero que Dios creó, y ellas tratan de recordar si en el capítulo 1 de Génesis dice que primero él creó la luz, el firmamento, o los cielos. Ninguna de estas respuestas es la correcta. En el capítulo 8 de Proverbios encontramos que la creación del universo físico fue precedida por otro acontecimiento. En este pasaje, el sistema de valores de Dios: su “sabiduría”, habla en la primera persona. Leámoslo juntos: Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.

Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas …

El hecho es que un día el universo físico llegará a su fin y será reemplazado, pero la naturaleza moral de Dios es eterna. Y todos los que se le oponen «aman la muerte«. Aparte del pecado está el diablo que nos hace la guerra de una manera atroz, una historia nos ayude a hablar de este tema y a mostrar claramente hacia dónde creo que estamos yendo en esta lucha entre el bien y el mal. Se cuenta acerca de un misionero en el África, quien una tarde, ya casi al anochecer, regresó a su cabaña. Cuando entraba por la puerta principal se vio frente a una enorme serpiente pitón que estaba en el suelo. Corrió apresuradamente hasta su camión y sacó de él una pistola calibre 45. Lamentablemente, sólo tenía una bala. Apuntando con mucho cuidado, el misionero disparó esa única bala a la cabeza del reptil. La serpiente fue herida mortalmente, pero no murió en el momento. Con furia comenzó a retorcerse y a dar golpes contra el suelo. El misionero retrocedió hasta el jardín delantero, y desde allí podía oír el ruido de los muebles y las lámparas siendo rotos. Por fin, todo se tranquilizó, y cautelosamente volvió a entrar. La serpiente estaba muerta, pero todo el interior de su cabaña estaba hecho pedazos. En sus últimos momentos antes de morir, aquel enorme pitón había descargado todo su poder y su ira sobre todo lo que tenía a la vista. Después, el misionero desarrolló una analogía entre el pitón y la gran serpiente llamada Satanás: nuestro adversario ha sido mortalmente herido por medio de la muerte y la resurrección de Jesucristo. (En Génesis 3:15 el Señor dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.) Así que, los días de Satanás están contados, y él lo sabe. En un último esfuerzo desesperado para frustrar los planes de Dios y engañar a Su pueblo, Satanás está descargando toda su furia sobre nosotros. El está fomentando el odio, el engaño y la agresión en donde quiera que los intereses humanos chocan. Sobre todo, desprecia la institución de la familia, que es un símbolo de la relación entre Jesucristo y su iglesia. ¿Cómo podemos sobrevivir en un ambiente tan peligroso? ¿Cómo podemos hacerle frente a la furia de Satanás en sus últimos días? La verdad es que no podríamos enfrentarnos con él en nuestras propias fuerzas. Pero preste atención a lo que Jesús dijo acerca de sus seguidores: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre (luan 10:27-28). El apóstol Pablo confirmó que no es necesario que el pecado tenga poder sobre nosotros. El escribió: Así que, ahora que Dios nos ha declarado rectos por haber creído sus promesas, podemos disfrutar una verdadera paz con Dios gracias a lo que Jesucristo hizo por nosotros. Porque, en vista de nuestra fe, El nos ha situado en la posición altamente privilegiada que ocupamos, donde confiada y gozosamente esperamos alcanzar a ser lo que Dios quiere que seamos (Romanos 5:1-2, La Biblia al Día). Estas son noticias muy importantes para todos los que están cansados y cargados por las presiones y tensiones de la vida. Todo se reduce a este simple concepto: Dios no está contra nosotros por causa de nuestros pecados. El está a favor nuestro en contra de nuestros pecados. Y eso hace un mundo de diferencia.

   Dr. JAMES DOBSON ( LIBRO: CUANDO LO QUE DIOS HACE NO TIENE SENTIDO)