«Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer que pasó, y como una de las vigilias de la noche» Salmo 90:4.
-¿Otra vez año nuevo? –Le dijo doña Tencha de 65 años a su mamá, doña Cleotilde de 83. – Sí Tencha, de que me acuerdo de los años nuevos con claridad, hace como 75. ¡Imagínate tencha! ¿Cuántos tamales habré hecho en más de 75 años? Primero ayudándole a tu abuela Eduviges, mi santa madre (que Dios tenga en su gloria) y para todos tus tíos que eran 12 ¡imagínate! pues por ser yo la mayor también me tocó la mayor friega; luego que me casé y tu papá me llevó a vivir con mis suegros, hacíamos tamales en estas fechas para toda la familia, eran rete artos también, 13 vivos y 2 muertos -Por eso mamá, pero eso ya pasó y ahora somos cristianos, y en nuestra Iglesia Metodista nos enseñan a perdonar y olvidar, y a celebrar Navidad y Año Nuevo de forma distinta. -Le interrumpió doña Tencha a su mamá que había iniciado a hablar de su triste y fatigoso pasado. –Sí sí, ya se hija, – volvió a tomar la palabra con determinación. –Ahora, hija, con mi Cristo bendito que me perdonó y me ha dado vida eterna; ya no necesito mas fiestas como antes, porque con mi Jesucristo, todos los días estoy de fiesta y todos los días termino agradeciendo por un año más. Y cada que amanece empiezo un Nuevo Año orando y oyendo su Palabra, pues bien seguido nos dicen en los cultos, que siempre debemos estar preparados, porque Cristo vendrá en cualquier momento y agarrará a muchos con sorpresa, y además, Dios nos puede llamar a su presencia cuando menos lo esperemos. Sí, otra vez año Nuevo, y con ello, otra vez… ¿Los mismos propósitos truncos? Ahora si terminaré de leer la Biblia en un año. Ahora si oraré cada día una hora. Ahora si haré ejercicio y bajaré de peso. Las estadísticas marcan el mes de Enero, como el más concurrido en los gimnasios para luego disminuir significativamente los meses siguientes. ¿Qué haremos entonces, si cada año fallamos en nuestros emocionantes y transformadores propósitos? No desmayemos en seguir haciendo buenos propósitos. Pongámoslos en oración, y pidamos a Dios nos ayude a conseguirlos. No presumamos nuestros propósitos, menos si no los hemos logrado. Si fallamos un día o dos o más, levantémonos y prosigamos, perdonándonos a nosotros mismos pues el perdón de Dios es seguro. ( El es bueno y compasivo). Persistamos en nuestros propósitos hasta el último día de cada mes y día del año.
Pbro. Lorenzo Reséndiz Arvizu.