Siempre que oímos nuevas noticias, abrimos más nuestros ojos, acercamos mas nuestro oído y agudizamos en sí, todo nuestro entendimiento; pues en forma natural y espontanea eso causa; aunque muchas veces, también de inmediato bajamos la guardia, es decir, cuando creemos que hemos oído lo suficiente para no interesarnos más, esto es normal cuando aplicamos el significado singular de la palabra “evangelio”: buenas nuevas o más común, “las noticias”. Pero cuando oigamos el “evangelio” de nuestro Señor Jesucristo, debe ser un asunto totalmente diferente, porque “La buenas nuevas” de Jesucristo” si son buenas y nuevas, valga la redundancia.
“Pero el ángel les dijo: porque he aquí os doy nuevas de gran goza, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”.
En nuestro 120 aniversario que estamos celebrando, estamos diciendo que por ciento veinte años ininterrumpidos se ha estado predicando en este lugar y entorno, el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, es decir, se han estado proclamando por ciento veinte otoños, y las tres estaciones restantes, que Jesús es la opción y el único camino de las almas perdidas que deseen salvación, solo al creer, recibir y confesar a Jesús como Señor; lo que al hacerse, viene consigo el testimonio interior que nuestros pecados han sido perdonados, sintiéndonos libres y viviendo un gozo indescriptible. Pero si estamos hablando que siempre que oímos el evangelio de Jesús son “buenas nuevas”, esto significa que no es un mensaje trillado, irrelevante, inadecuado y obsoleto, sino que es un evangelio poderoso y eficaz cada día que se proclama y cada vez que se escucha, se cree y se recibe, unas buenas noticias que sigan restaurando matrimonios y vidas que se consideran por segundas o terceras personas y a sí mismas perdidas o hechas añicos. Sí, ciento veinte años y sigue tan fresco, actual y efectivo el mensaje de Jesús el Hijo de Dios, que nació de la virgen María, engendrado por el Espíritu Santo, que vivió sin pecado, predicó el Evangelio, murió en una cruz por nuestros pecado y resucitó al tercer día apareciéndose a más de 500 hermanos, conforme a las Escrituras; que ascendió al cielo a la vista y en presencia de sus 11 discípulos o más, prometiendo regresar; retorno que todo cristiano en cualquier parte del mundo esperamos con gran emoción y expectación.
Por tanto hermano y amigo lector: cuando oigamos el evangelio o alguna porción de la Palabra de Dios, abramos bien nuestros ojos, acerquemos nuestros oídos y agudicemos nuestro entendimiento para escuchar, creer y recibir la voz de Dios, porque cuando Dios nos habla, son “Buenas nuevas”, y aunque fuese un mensaje de reprensión o juicio; con humildad, fe y obras (acción) podremos convertirlo en bendición, pues la misericordia de Dios es para siempre, y él no quiere la muerte del pecador, sino que este se vuelva a Él, creyendo el Evangelio de Jesucristo. Sí, cuando creemos y respondemos positivamente al llamado de Dios, podemos cambiar los decretos de Dios, como lo hizo el rey de Nínive y su nación en el tiempo de la predicación de juicio del profeta Jonás. Por eso decimos que el Evangelio son “Buenas Nuevas” hasta hoy. Así que, amigo y hermano, déjate transformar por la Palabra de Dios cuyo poder va implícito cuando la crees y la recibes. Si el Evangelio dice que “Dios te ama”, es porque quiere salvarte si estás perdido, y bendecirte mucho más; usarte mucho más, y que le conozcas mas y más, si ya le recibiste.
Pbro: Lorenzo Reséndiz Arvizu