“Cada uno de como propuso en su corazón: porque Dios ama al dador alegre”. 2 Corintios 9:7
Hablar de finanzas dentro de la iglesia siempre será un tema difícil de tratar, sin embargo nos sorprendería mirar cuántas referencias bíblicas tenemos al respecto. La administración de los recursos en la iglesia es una tarea de alta responsabilidad ya que la Escritura habla de malos y buenos administradores, los cuales tendrán que dar cuenta al Señor de su trabajo. Además se espera que tales recursos rindan no solo buenos frutos, sino los mejores frutos. En este editorial y durante este mes estaremos analizando lo que la Escritura enseña con respecto a la forma Bíblica de traer los recursos a la iglesia, y posteriormente como administrarlos.
Origen de la palabra: Mayordomía: derivación del Griego Oikonomos=Ecónomo, “El que asume la dirección de la casa, el administrador, etc. Por otra parte tiene una “Aplicación Ganadera”: El mayordomo es la persona que representa al dueño del establecimiento, maneja los bienes, actúa con autorización especial por el tiempo establecido de común acuerdo entre él y el patrón, debe rendir cuentas a éste, es la forma que se ha estipulado, y es responsable ante el dueño, de todos los actos que realiza. Casi siempre sus retribuciones son en base a un determinado porcentaje. Definición del Diccionario: Criado principal a cuyo cargo está el gobierno económico de una casa o hacienda. Aplicación común: Por todo esto determinamos que la aplicación corriente de la palabra en nuestro medio significa que el mayordomo es el que atiende bienes de terceros, los cuales le son confiados por cierto tiempo y de los cuales es responsable ante el dueño verdadero. MAYORDOMÍA INTEGRAL. Es importante conocer el significado Bíblico, aclarar malas interpretaciones. A.- Ofrendas antes de la Ley: Ofrenda del Latín offerenda, gerundio offerrer, ofrecer. Don que se dedicaba a Dios o a los santos, para implorar su auxilio o una cosa que se desea, y también para cumplir con un voto u obligación. Por extensión, dádiva o servicio en muestra de gratitud o amor. -Caín y Abel. Génesis 4:1-8; Hebreos 11:4 Antes de que Dios estableciese condiciones o disposiciones en relación con las ofrendas o los sacrificios, había algunos que ya lo practicaban. Noé. Génesis 8:20-21. Abraham. Génesis 14:17-20 No solo ofrenda a Dios por medio del Sacerdote Melquisedec, sino que lo hace diezmando. Jacob. Génesis 28:20-22 Huye de su casa se encuentra con Dios y, en un pacto de promesa, deja establecido que dará el diezmo de las bendiciones que recibirá. Disposición humana: Todo ser humano siente la necesidad de un dios, aun los salvajes nos dan ejemplo en ese sentido. Siempre que el hombre en su soledad o en la quietud de su espíritu piensa y razona, halla un deseo de acercarse a Dios y adorarle, solo el pecado en el hombre lo aparta de Dios. OFRENDAS EN LA LEY. Dios ya tiene a su pueblo, lo está guiando hacia la tierra prometida, lo está organizando y orientando espiritualmente. Comienzan ahora a observarse las leyes divinas y, dentro de ellas, las que tienen que ver con las ofrendas. Disposición Divina. Levíticos 27:30. Números 18:26. Nehemias 10:36-38. Obediencia del pueblo: Por mucho tiempo el pueblo fue fiel a las leyes de Dios y muy en especial las relacionadas con el diezmo, aun luego del regreso de Babilonia; cuando Nehemias encontró las leyes, respetuosamente las obedecieron. Eran leyes que deberían trasmitirse de padres a hijos y repetirse permanentemente en cada ofrenda, para tenerlas frescas en la mente. Desobediencia del pueblo: Hubo sin embargo períodos en que se olvidaban estas leyes. Dios atacó duramente a su pueblo cuando así ocurrió. En Malaquías 3:8-9. Se da un ejemplo de esto, palabras que lastiman, pero que son una realidad. Razones de Dios al establecer el diezmo: Reconocimiento: Debemos recordar que el pueblo de Israel venía de la esclavitud en Egipto y se iba a encontrar ahora con grandes bendiciones de parte de Dios. La tierra a la que fue llevado fluía leche y miel. En medio de tanta prosperidad, es fácil olvidarse de Dios. Cuando todo va bien, nos acordamos poco de Dios. Por eso Jehová dispuso que todo habitante de Israel llevase a la casa de Dios la décima parte de todas sus bendiciones y allí, delante del sacerdote y frente a sus hijos, diese testimonio de lo que traía ante el altar era tan solo la décima parte de las cien partes que Dios le había provisto. De esta manera, el hombre recordaría siempre que todo lo que la tierra producía y todo lo que los árboles daban, y la abundancia de sus bienes no obedecían a su capacidad, a su fuerza, a la sabiduría, sino que eran bendiciones de Dios, su Dios.