Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


¡ES MI DINERO!… ¡SON MIS HIJOS!


CAMPAMENTO!!!

Pues hay buenas noticias y es que nos vamos de campamento!!! Será del 2 al 4 de octubre en la quinta “El Edén” con un costo de $550 y es para jóvenes de 12 a 28 años; este año lleva por nombre (Nacidos)², es decir nacidos otra vez o nacidos de nuevo y, como es costumbre habrá alabanza, talleres, ministración, juegos para mancharse, comida, chavos, chavas, predicadores, y sobre todo, la presencia de Dios. Informes con Daniela Moncivais y con un servidor. Te esperamos…

¡ES MI DINERO!… ¡SON MIS HIJOS!

¿Recuerdas la primera vez que te pagaron por hacer un trabajo? La sensación seguramente fue muy grata y de satisfacción, uno se siente útil aun y cuando sea poco lo que recibimos; y es que nos enseñaron que debemos estudiar para luego poder acceder a un buen trabajo y ganar dinero para poder realizarnos, es una forma de pensar que traemos desde pequeños y por ello además de la satisfacción hay un sentido de propiedad que nos hace pensar “esto es mío”, pero… ¿Es en realidad tuyo?…

Esta enseñanza es similar a la de los hijos, pensamos que como salieron de nuestro vientre después de varios meses y como cuidamos de ellos durante su infancia entonces nos pertenecen, pero nunca han sido nuestros en realidad, la realidad es que Dios es dueño de TODO lo que hay en la Tierra y nada es nuestro (De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan – Sal 24:1, …¡Todo lo que hay debajo del cielo es mío! – Job 41:11b). La cosa es que Dios ha tenido a bien hacernos participantes de sus posesiones, administradores de sus pertenencias y directores temporales de sus hijos, pero no podemos pensar que se trata de nosotros, que son nuestros hijos, que es nuestro esposo(a), que es nuestro dinero. El que nos esforcemos para lograrlo no lo hace nuestro (Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos – Hg 2:8), el que tengamos mucho o poco depende primero de Dios y después de nuestra capacidad (Jehová empobrece y enriquece, abate y enaltece – 1 Sa 2:7), y el que tengamos un título de propiedad no nos convierte en los dueños finales (Tuyos son los cielos, tuya también es la tierra;  el mundo y su plenitud, tú lo fundaste – Sal 89:11). Sería bueno entender esto de una vez por todas, especialmente porque el hacerlo traerá dos grandes beneficios para nosotros: Seremos capaces de tener paz aun si perdemos todo (sea dinero, hijos o cualquier cosa) y, tendremos más cuidado con lo que nos ha sido confiado porque entendemos que daremos cuentas de todo ello (tanto de nuestro dinero como de nuestros hijos). Una de las mejores ilustraciones de esto es la forma en que nacemos, no traemos ni siquiera ropa, y si nuestro cuerpo nació sano o enfermo no hay nada que nosotros hubiéramos podido hacer para cambiarlo (Job 1:21 – Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito)… La enseñanza es clara y oro al Señor para que si aun hay orgullo en tu corazón y piensas todavía que las cosas y la familia son tuyas, puedas cambiar de parecer pronto.

Pbro. Efraín Reyes Bonilla