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QUEREMOS VER A JESÚS


Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan 1:14.

El autor del cuarto Evangelio atribuido a uno de los doce apóstoles,  Juan; es quien más nos habla del amor, del testimonio, de la gracia, la verdad, el “Yo Soy”, la Luz, la verdad, la palabra, el espíritu, la gloria etc.

Cuando este  autor dice: “Y vimos su gloria” se refiere y testifica que vio a Jesús, y sus vivencias con él. Cuando Juan el Bautista comienza su ministerio, es la gente que viene a oírlo en el desierto, su mensaje es corto y muy claro: “Arrepiéntanse y crean en el que ha de venir muy pronto.” A lo mucho contestaba las preguntas, sobre el significado del arrepentimiento, y aclaraba no ser el Mesías, sino solo una voz  y precursor de este. Se entiende según  Juan 1: 40, y 19:35; que Juan fue ese discípulo que andaba con Juan el Bautista y luego siguió junto con Andrés a Jesús, convirtiéndose así en los dos primeros discípulos de Jesús.

Entonces creemos que Juan estuvo presente cuando Jesús se acercó al otro Juan (el bautista), para ser bautizado, y vio a Jesús cuando el bautista declaro: “Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, “este es el que les decía que venía después de mí, pero que es más grande que yo, este es el Novio.” Quizá Juan  (no el bautista) vio al Espíritu Santo venir sobre Jesús,  Quizá también oyó la voz del Padre que dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi contentamiento”. Este es el discípulo que al ver y seguir a Jesús, éste les preguntó: ¿Qué buscan? Ellos le respondieron: ¿Dónde moras? Jesús les contestó: “Vengan y vean”. Desde entonces siguieron viendo la gloria de Dios, vieron a Jesús hacer milagros, lo vieron y oyeron predicar y expulsar demonios, lo vieron transfigurarse en el monte, lo vieron caminar sobre las olas del mar y luego aplacar la tempestad, lo vieron crucificado y resucitado, y finalmente, lo vieron irse al cielo prometiéndoles regresar.

La Biblia nos dice que muchos querían ver a Jesús, porque los que lo habían visto eran transformados; Zaqueo quiso verlo y fue cambiada su vida. Si nosotros queremos cambiar, entonces tenemos que ver a Jesús; Pero quizá digamos que no tenemos ese privilegio de Juan y toda la gente que vio personalmente a Jesús, sin embargo Tomás, quien dudó de sus condiscípulos de la resurrección de Jesús, al verlo resucitado fue cambiado también y cayó de rodillas confesándolo como su Señor y su Dios, y adorándolo; y es entonces cuando y  por este caso, que Jesús nos brinda la oportunidad de poseer los mismos o mas privilegios de la fe:  Creyendo, sin ver, solo ahora con oír la Palabra o el testimonio de los que lo vieron. La Biblia en 1ª Juan 3:1,2. Nos dice que cuando Jesús regrese, seremos como él, porque le veremos tal como es y también que si tenemos esta esperanza: (en su regreso y en verle), nos purificamos.

Entonces, hermanos y amigos, nuestro deseo mayor aquí en el mundo como cristianos y aspirantes a la salvación, debe ser, que Jesucristo regrese, y que le ”veamos” tal como él es; y así como los que vieron a Jesús fueron impactados y transformados, así también nosotros podemos ser cambiados y llenarnos de Dios, de su Espíritu, disfrutando del amor, la paz y el gozo que da Dios con tan solo creyendo que Jesús es el Hijo, que fue crucificado por nuestros pecados, que resucitó y pronto volverá y le veremos cara a cara, obteniendo nuestra redención y transformación  final.

Pbro. Lorenzo Reséndiz Arvizu