Ef 5.20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, 1 Tes 5.18 Dad gracias en todo,
Dar gracias por todo y en todo. No importa la situación y la circunstancia. La gratitud nace por el conocimiento de simples leyes de los planes de Dios. Aún en las situaciones más adversas de sufrimiento o tragedia, es posible tener razones para estar agradecido con el Señor, y vivir todo eso con un sincero deseo de gratitud. Para esto consideremos principios inobjetables. Dios nos ama, y de tal forma que su vida la dio en la cruz. El tiene capacidad para decidir si permite o evita que suceda lo que sea sobre nosotros. Todas las cosas nos ayudan para bien, y por grande que sea la aflicción, ha de considerarse leve y temporal, comparada con la gloria que en nosotros se manifestará. En toda aflicción y tormento, los ojos han de elevarse para ver la perspectiva del trono celestial; que, quien en él se sienta, está más interesado en lo que nos estamos transformando que en lo que nos está sucediendo, aunque nosotros tengamos nuestros sentidos y deseos en quitar lo que nos está hiriendo, no importándonos al momento si en algo mejor nos estamos convirtiendo.
Todo lo que nos sucede es instrumento del Omnipotente para moldear su obra perfecta en nosotros. Dar gracias por todo lo dice en Efesios, en Tesalonicenses dice en todo. En Efesios convendría mejor traducirlo “dar gracias por encima de todo”. Sería irrazonable dar gracias por algo que destroza nuestra vida, que destruye nuestros sueños, que nos arrebata a quien amamos. Pero Pablo nos dice que en esas situaciones hay razones innumerables para dar gracias en ellas, como lo escribe en Tesalonicenses. Y este apóstol nos invita a ver que, por encima de lo más arruinante en esta vida, Dios tiene un propósito edificante por encima de ella, una formación de carácter eterno y celestial en nosotros. ¿Hay algo que destroza tu alma, que quebranta tu salud, que destruye tus planes, que te ahoga y asfixia el ánimo espiritual? No es tanto agradecer por esas situaciones, pero en ellas hay mil y una razones para agradecer al Bendito. No es entrar en la locura de alegrarte en lo que arruina y arranca la felicidad, pero por encima de eso hay tesoros inamovibles eternos por los que hay que agradecer.
Gracias Señor por ser Santo, por la vida eterna que con tu sangre me diste, por dejarlo todo para darme todo. Gracias por amarme, formarme, salvarme y sentarme en la eternidad contigo, en tu hermosa e impresionante presencia. Gracias por tu ejemplo y tener en ti a mi más grande admiración. Gracias Señor Jesús por ver en tu vida un motivo de aplauso sin fin por la grandeza y perfección de tu conducta. Gracias por ser perfecto y sabio. Gracias porque en la muerte, que es lo único seguro para todos en esta vida, tengo una segura y eterna esperanza, llena de riquezas, porque tu resucitaste. Gracias por tu palabra, y tu presencia en Espíritu; que son verdadera vida en este mundo que muere y en el que todos morimos. Gracias por vencer a la muerte, en ella tengo segura la verdadera vida. Gracias porque por mí, lo has dado todo; y conmigo, quieres vivir para siempre, colmándome de tus favores y disfrutando tu dulce y tierna compañía. Estas y muchas más son razones para agradecer en todo lo que nos pase, por encima de todo cuanto acontezca, porque nada de este mundo y lo que en el suceda, nos puede arrebatar estos tesoros guardados con celo amoroso para nosotros, los que hasta el fin, perseveremos.
Señor Jesús, pase lo que pase, en todo y por encima de todo, gracias. Profundas y eternas gracias.
Jorge Figueroa del Valle