La vida está llena de ciclos en los que nos movemos, aún sin darnos cuenta el tiempo corre tan rápido que nos pasa desapercibido.
Hay ciclos que comienzan y terminan; como nuestro paso por La Trinidad desde hace 8 años que llegamos como pastores y que ahora somos llevados por Dios a una nueva etapa de nuestras vidas y ministerio.
Lo más importante es que el tiempo no pase en vano, aprovechemos todo lo que Dios nos permite vivir al máximo, siendo y haciendo lo mejor para Dios y para servir a nuestro prójimo porque esa es la razón de nuestra vida.
Damos gracias a Dios porque en estos 3 años como Pastor Titular Dios nos permitió establecer algunos ministerios como la Escuela de Familias, El Discipulado, Escuela de Ministerios y Escuela Profética. Además de los Retiros y Congresos de Mujeres que Dios bendijo grandemente. Se inició el proceso de compra del Edificio.
Hubo retos fuertes pero siempre vimos la fidelidad de Dios en nuestro ministerio y en la vida de la Iglesia y solo con su ayuda es que se pudieron superar las dificultades. Tuvimos que entender que no se trata de programas ni de recursos sino de Presencia de Dios, quien es Todopoderoso para hacer más de lo que pedimos o entendemos.
Gracias a Dios por todos los hermanos quienes con sus dones y ministerios nos complementaron para llevar a cabo la obra del ministerio. Por el equipo con el que trabajamos en estos 8 años, por todo el personal que nos ayudó en todo lo necesario
Hoy es un día especial, es nuestro último domingo con ustedes, pero los llevamos en nuestro corazón. Trinidad representa mucho para nosotros porque marcó destino para nuestras vidas: aquí nos graduamos del seminario, aquí nos casamos, aquí fui nombrado superintendente y obispo y aquí nos recibieron como familia antes de ser nombrados pastores.
Aprendimos a amarles y a verles como una familia y deseamos lo mejor para ustedes, que Dios les bendiga y les lleve al cumplimiento de su propósito y destino para la Iglesia y que sea multiplicada y sea madre aún de naciones.
Tanto ustedes como nosotros tenemos que seguir a la meta de Dios; que el Reino de Dios sea establecido y preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor. Un pueblo que no se deja intimidar por nada sino que avanza con la determinación de cumplir el plan de Dios.
Que Dios les bendiga, que se multipliquen, que posean las puertas de sus enemigos y que las naciones conozcan que hay Dios en México por medio de ustedes. Les amamos.