En un Matrimonio siempre ocurren eventos y circunstancias que pueden producir reacciones de parte de uno de los dos o de los dos. Esas reacciones son responsabilidad individual de cada quien y por lo tanto,
no podemos justificar nuestras reacciones culpando al otro de haber provocado la reacción.
En el diario vivir de un matrimonio y una familia, es muy alta la probabilidad de conflicto y discusiones porque no van a estar de acuerdo en muchas de las decisiones que se deben tomar. Desde que nos despertamos hasta que nos acostamos, hay que tomar muchas decisiones y hacer muchas cosas que la familia requiere.
Por esa razón, muchas personas que deciden vivir un romance fuera de su matrimonio piensan equivocadamente que esa es la persona correcta para vivir con ella. Pero realmente no es lo mismo, porque en un romance solo se comparten momentos agradables. Pero una vez que comienzan a vivir juntos, comienzan a darse cuenta que al convivir, igualmente se van a presentar conflictos y finalmente muchos terminan confirmando que su pareja anterior era mejor; pero generalmente ya es muy tarde.
La solución entonces no es cambiar de pareja, sino cambiar de actitud y aprender a manejar las diferencias y aprender a desarrollar y mantener un matrimonio saludable. La actitud correcta en el matrimonio comienza con el reconocimiento de que debe haber un compromiso y que cada uno debe asumir su propia responsabilidad por sus actos y sus decisiones.
Lucas 6:41-42 (RVR1995) ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo”, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.
Es extremadamente fácil y extremadamente común enfocar la culpa en los que están a nuestro alrededor. Es impresionante la frecuencia con la que vemos las fallas de nuestra pareja y no vemos las nuestras. Este es el punto más difícil que enfrentan la mayoría de los matrimonios.
Lo grave es que cuando enfocamos la culpa en nuestro cónyuge, por lo general él o ella reacciona poniendo la culpa en nosotros y entonces comienza una discusión que pocas veces termina de manera edificante. Cada uno queda con la sensación de que el otro es el que está mal. Pensamos que quizás estemos un poquito mal, pero el otro definitivamente esta mucho peor. Esa actitud nunca va a resolver los conflictos en el matrimonio.
Colosenses 3:12-13 (RVR1995) Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Cada uno de nosotros debe asumir su propia responsabilidad, primero delante de Dios. Luego con humildad y mansedumbre reconocer nuestra falta sin mencionar ni mucho menos exigir la misma actitud del cónyuge. Debe ser una actitud de responsabilidad individual para honrar al Dios de nuestra vida.
Si has sido ese tipo de persona que siempre estás viendo la responsabilidad del otro; pídele perdón a Dios primero y luego prepárate con humildad y sabiduría para pedirle perdón a tu pareja sin exigirle nada a cambio. Reconoce que tu actitud no ha sido correcta y comienza a comportarte de una manera diferente como te lo enseña la palabra de Dios. Esa nueva actitud traerá abundantes bendiciones a tu matrimonio y familia.