La Biblia menciona al hombre natural (al que peca voluntariamente) al hombre espiritual (con la gracia de Dios es libre del pecado) 1 Co. 2:14-15, y al hombre bajo la ley (peca involuntariamente) Ro 7:22-25.
Cuando no hemos recibido a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador estamos separados del Padre, por lo tanto somos esclavos del pecado, solo conociendo la verdad seremos libres.
La palabra de Dios (Que se relaciona con la Ley) muestra que somos pecadores, que necesitamos arrepentirnos, pedir perdón y aceptar a Jesucristo como como nuestro Señor y Salvador. A partir de esa experiencia, somos salvos, y nace dentro de nosotros el nuevo hombre espiritual que necesita crecer, tomando el alimento de la palabra de Dios ; aprende a relacionarse con el Padre por medio de la oración.
Cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador recibimos el Espíritu Santo que comenzara a trasformar la imagen de Dios en nuestra vida que fue desfigurada, mas no destruida por el pecado. Este es un proceso largo que se llama Santificación; SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO. El cambio de nuestra vida no es mérito de nosotros sino de Dios, que nos da gratuitamente su poder para cambiar desde lo más profundo de nuestro corazón sin merecerlo, de esa manera somos libres del poder del pecado, solo tenemos que recibirla este regalo con fe.
Las cadenas de pecado se rompen, nuestra mente es renovada, la herencia del pasado de hábitos dañinos, deseos impuros son quitados por la purificación de la sangre de CRISTO y el poder del ESPIRITU SANTO. Hay una expresión de pecado que se llama iniquidad la cual es muy dañina, y debemos quitarla de nuestra vida. EL diccionario BEACON la define: adikia (ἀδικία, )denota injusticia, lit.: «irrectitud» (a, privativo; dike, derecho), condición de no ser derecho, sea ante Dios, en base de la norma de su santidad y rectitud, o con el hombre, en base de la norma de lo que el hombre sabe que es recto mediante su conciencia. En Lc .16:8 y 18.6, las frases, lit.: son, «el mayordomo de irrectitud» y «el juez de irrectitud», donde el genitivo subjetivo describe el carácter de ellos; en 18.6 el significado es «injusticia», lo mismo que en Rom_9:14: Por lo general, este término se traduce «injusticia»; pero se traduce «iniquidad» en Hch_1:18; Rom_6:13; 2Ti_2:10; 2Ti_2:19: .
La iniquidad es una forma de vida torcida, en contra de los principios divinos , lo cual da derechos legales al diablo para dañarnos. Dios está dispuesto a perdonar la «iniquidad»: «¡Jehová, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación!» (Exo_34:6 -7 ). Dios requiere confesión de pecado: «Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis rebeliones a Jehová y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Sal_32:5 ); Él también espera una actitud de confianza y fe cuando le pedimos con humildad: «Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado» (Sal_51:2). En Isa_53 aprendemos que Dios colocó sobre Jesucristo nuestras «iniquidades» (v. 6), para que Él, herido por nuestras «iniquidades» (v. 5), justificara los que en Él creyeren: «Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho: por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre sí las iniquidades de ellos» (Isa_53:11 ). Seamos libres de toda iniquidad.
PASTOR RAÚL ROSAS