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LA TRINIDAD “UNA IGLESIA GENEROSA”


               En la actualidad nos damos cuenta de las diferentes necesidades del ser humano: morales económicas, sociales, etc., Nosotros los cristianos sabemos que lo material son pequeñas demostraciones de las bendiciones espirituales que Dios nos da o desea darnos.

En el Antiguo Testamento vemos que el maná fue el principal alimento de los Israelitas durante los 40 años de peregrinación por el desierto de “Sin”. El maná no cesó hasta el día después de la pascua celebrado en Gligal tras haber atravesado Canaán –la tierra prometida- y después de que el pueblo hubo comido del fruto de la tierra ¡DIOS SUPLIÓ POR 40 AÑOS!

Si limitamos nuestro servicio en la iglesia a solo “Grandes Tareas”, perdemos la oportunidad de contribuir personalmente al trabajo del evangelio. La naturaleza humana promueve un énfasis egoísta  en  las  necesidades y deseos personales. Sin embargo, la Biblia nos amonesta a considerar a otros antes que a nosotros mismos. El cristianismo, por definición, incluye vivir de una manera que imita a Cristo. Él fue el siervo más grande de todos. Conforme la iglesia primitiva tomaba forma, los creyentes se ministraban unos a otros. Las escrituras ofrecen varios ejemplos de servicio abnegado entre los primeros cristianos. La Palabra de Dios nos desafía hoy a reconocer que tenemos mucho que ofrecer, por ejemplo: nuestro tiempo, talento, dinero, capacidades, servicio, etc. Hechos 4:32-37 nos muestra a la comunidad que da; podemos ver que los resultados de ser lleno con el Espíritu Santo no eran solo la predicación y la enseñanza inspiradas, sino también la comunión y la generosidad entre los creyentes. Por esa razón nosotros como Iglesia apoyamos, ayudamos  y velamos por las necesidades de otros de acuerdo a nuestras posibilidades y de esa manera cumplimos el mandato Bíblico “Es más bienaventurado dar que recibir”; viudas, pastores, misioneros, jubilados, migrantes, pobres, etc., son ayudados por nuestra congregación; hay más áreas y grupos a los cuales podemos ayudar y nosotros podemos colaborar.

El propósito de Dios al bendecirnos es triple: Primero, enseñarnos a dar; porque Él se dio primero a nosotros.  Segundo, aprender a ayudar al necesitado; Cristo nos ayuda y debemos desarrollar el ministerio de ayuda a través de proyectos específicos a la comunidad.  Tercero, compartir; el crecimiento cristiano evidencia cualidades de vigilancia, fe firme, denuedo, fuerza y amor.  Sigamos siendo una Iglesia generosa, evangelista, misionera, profética, siempre lista para ayudar al prójimo. Dios ha suplido nuestras necesidades y también lo hará por su pueblo. Por último al desarrollar los dones y ministerios como iglesia hacemos  la declaración que Dios es nuestro proveedor.

 Pbro. Rodolfo Torres Pérez