La voluntad de Dios es que hagamos discípulos y nuestro modelo a seguir es nuestro Señor Jesucristo, veamos cómo lo realizó El en Mateo 9:35-38:
“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo, y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.
Esta Escritura nos muestra que Jesús hizo tres cosas:
1. Fue 2. Vio 3. Sintió compasión
El primer principio que Jesús nos enseña es: Ir a donde están las personas es un gran reto pero se tienen que superar algunas actitudes que impiden nuestro contacto con la gente:
Orgullo: es la tendencia a menospreciar a otros que están en situaciones de necesidad.
Inseguridad: estamos expuestos a que nos engañen y por eso no nos arriesgamos.
Falta de compromiso: tenemos nuestro tiempo planeado en aquello que es importante para nosotros y no nos queda tiempo para otros.
Es tiempo de buscar un balance éntre lo que estoy recibiendo de Jesús, su perdón, amor, cuidado, bendición y lo que estamos dando de nuestra vida en servicio a otros; el que está cerca de mí que no tiene el privilegio de conocer a Jesús como su Salvador. Debemos vencer el temor y testificar del Señor.
Jesús nos enseñó que El se interesaba por las personas que vivían tanto en las ciudades como en los lugares pequeños donde vivía poca gente como las aldeas; les predicaba, les enseñaba y los sanaba.
—El segundo principio que nos enseñó es: que Vio la necesidad de la gente. En este tiempo que nos ha tocado vivir es importante ver a los demás como Jesús los ve. Aquí podemos encontrar algunas cosas importantes a considerar:
Están emocionalmente dañados, sus corazones han sido quebrantados y necesitan a Cristo para que sean vendados.
Su voluntad está cautiva a la práctica del pecado, por lo que necesitan a Cristo para ser libres y ser discipulados para aprender los principios que les ayuden a vivir en esa libertad.
Sus mentes sin Dios están reprobadas (Rom.1:28), entenebrecidas (Ef. 4:17-19), corrompidas (Tito 1:15) y necesitan que sus mentes sean renovadas (Rom.12:1-2) por el poder de Cristo y de su palabra.
El último principio que Jesús enseñó fue: Sentir compasión. El amor de Dios por las personas que sufren es la motivación más grande que nos ayuda a vencer los obstáculos que enfrentamos al compartir la Palabra. Algunos no pueden creer cómo Tomás, uno de los apóstoles (Jn. 20:24-29) pero siguió adelante hasta que Jesús se le reveló y otros como el rey Agripa (Hch. 26:20-29) que no creía, pero esto no desanimó al apóstol Pablo sino que con más ahínco siguió predicando el evangelio.
El amor de Dios en nuestro corazón es el poder más grande que nos ayuda a amar y actuar para ayudar al que sufre y no tiene a Dios. Jesús es nuestro modelo para que busquemos a otros, recordando que El estableció relaciones genuinas y por ello podemos afirmar que la gente disfrutaba estar con El.
¡VAYAMOS A OTROS Y VEAMOS LA NECESIDAD CON UN CORAZÓN COMPASIVO SIENDO INSTRUMENTOS DEL AMOR DE DIOS!
Pbro. Raúl Rosas González