Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


HECHOS NUEVOS


 Esta semana volví a escuchar algo que había escuchado en ocasiones anteriores (y que me sigue indignando igual que antes), y es la forma en la que hemos aprendido a justificar las faltas de carácter de los miembros del pueblo de Dios. La Palabra dice De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2Co 5:17) y también dice Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día (2Co 4:16). Sin embargo he visto muchas veces en la Iglesia un comportamiento justificado según el cual seguimos pecando con nuestro carácter diciendo cosas como Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago (Ro 7:19) o también justificaciones como No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo… (Fil 3:12a). Estas personas han aprendido a creer que están bien, que sus  comportamientos erráticos o agresivos, que su forma de hablar recia o desafiante y que sus actos pecaminosos son correctos o, al menos, no tan malos (“después de todo no estoy adulterando ni tampoco he matado a nadie…” -dicen ellos); En lugar de ser bíblicos pareciera que somos griegos y nuestra teología fuera Nadie es perfecto. Esto esta presente en muchas iglesias y ocurre aun entre líderes de años y, quizá por eso, la nuestra no ha sido la excepción. Estos pecados que en apariencia son menos dañinos o menos escandalosos traen detrás de sí orgullo, rebelión, desorden, autosuficiencia, disensión, crítica, murmuración (entre otros) y las personas que los practican no sólo están seguras de que no hay problema con ser así sino que enseñan a sus hijos lo mismo y después se preguntan porque no tienen trabajos fijos, sus relaciones íntimas fracasan o porqué no son capaces de recibir ningún consejo.

A veces he creído que deberíamos volver a la radicalidad del apóstol Pablo quien decidió entregar a estas personas a Satanás o que dijo que ni siquiera nos juntemos con ellos, o tal vez la radicalidad del AT en donde se sacaba a estas personas del campamento para no contaminar a otros (1Co 5, Lv 24, Nm 5). Yo siempre he sido más partidario de la misericordia porque creo que la misericordia de Dios es enorme y da cabida al más pecador, pero… ¿En realidad pensamos que si hemos sido comprados con sangre del Maestro y seguimos haciendo lo que nos plazca Dios será misericordioso y pasará por alto la maldad?

Pbro. Efraín Reyes Bonilla.