El último libro de la Biblia se terminó de escribir aproximadamente en el año 90 dC, de modo que su contenido no puede tomarse en forma literal en muchos casos, especialmente si se trata de asuntos ligados a la cultura. Por ejemplo, muchas familias vivían completas en un sólo lugar (es decir, el padre junto con su esposa, hijos, nueras, nietos y sirvientes), la esclavitud no era mal vista entre algunos de los personajes bíblicos, el vino era casi la única opción de bebida a parte del agua, la cual no era muy buena en calidad ni purificación, las personas debían de comer al mismo tiempo (no había forma de prender la estufa más tarde o meter la comida al microondas). En el caso de las distinciones por género sexual aplica el mismo tema y varias de las costumbres no tienen ya la misma aplicación. Por ello el derecho de las mujeres para ser prácticamente iguales a los hombres en derechos, habilidades, trabajos, etc., ha aumentado con gran entusiasmo. El problema está en que, junto con el levantamiento de las mujeres, ha venido un estancamiento generalizado en los hombres (mas flojos y desobligados, menos emprendedores, más débiles de carácter, etc.); es como si para algunos la posición de una mujer fuerte ha resultado más que cómoda y por eso aspectos importantes de la hombría bíblica están cada vez más ausentes (responsabilidad, carácter, trabajo, romance e intimidad, formación de los hijos, iniciativa, etc.). Y no sólo esto sino que ha proliferado el numero de hombres que quieren ser mujeres o tener relaciones con otros hombres y lo que no es “natural” (Rom 1:26-27) se esta volviendo natural.
Es cierto que en Gálatas 3:28 Dios nos enseña que hemos sido hechos iguales ante Él por medio de Jesús, pero no significa que Dios se equivocó al crearnos y lo corrigió en Cristo; nos hizo distintos y hay belleza y poder en esta diversidad, de otro modo el apóstol Pablo no hubiera marcado tanto las diferencias ni hubiera hablado varias veces contra la homosexualidad. Si Dios nos hizo distintos no intentemos ser iguales en todo, aprendamos mejor a disfrutar nuestras diferencias y a aceptar con gozo la forma en que Dios nos creo (Él no se equivoca). Hoy como antes la Biblia pregunta, hombre de verdad, ¿quién lo hallará? (Pr 20:6)
Pbro. Efraín Reyes Bonilla