Al revés de lo que muchos dirían, que la gloria y los favores de Dios vienen sobre personas excepcionales y que sólo le habla a personas especiales o muy espirituales, el nacimiento del Señor nos muestra que Dios no hace acepción de personas (Stg 2) y no solamente les habla sino que hace sus maravillas y perfecciona su adoración a través de ellos. Ya desde que Mateo el evangelista nos muestra la genealogía del Señor veremos al menos a tres personajes de “dudosa” reputación. El primero de ellos es Judá, si bien él no cometió los pecados de sus primeros tres hermanos (Gn 49:1-7) al mirar su vida veremos que no puso atención a Tamar (su nuera desfavorecida – Gn 38) además buscó la prostitución, de lo cual Dios se sirvió para engendrar a Fares, ascendiente de Jesucristo. Por otro lado las mujeres siempre eran consideradas abajo del hombre y Mateo nos muestra a dos mujeres más, una es Rahab, aquella prostituta de Jericó quien fuera bendecida por salvar a los espías judíos que llegaron a su casa (Jos 2 y 6); además está Ruth quien, a pesar del orgullo judío de llamarse de “pura sangre” por tener madres hebreas, era en realidad Moabita, pero Dios la favoreció por su conducta y se convirtió en la bisabuela del rey David, ascendiente también del Señor Jesús.
Pero esto no se queda ahí sino que Dios escoge a María, quien vive en Nazaret, un pueblo en el extremo del país y tan cerca del área gentil (llamada así totalmente en sentido despectivo por los judíos) que pertenece por ello a la denominada “Galilea de los gentiles”. En ese “pueblucho” y con una muchacha aparentemente nada especial, Dios hace nacer la Luz. Un ángel es quien visita a la virgen y comprometida (desposada) muchacha (seguramente no mayor a 20 años) y comienza con un saludo que nos ayuda a entender el favor enorme que Dios esta a punto de hacerle, le dijo: “!!Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres… has hallado gracia delante de Dios”, de entre todas las mujeres ella sería la escogida. A continuación el ángel explica lo que ocurrirá (Lc 1:26-38), a lo cual María pregunta, “¿Cómo será esto? pues no conozco varón”. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” ¿Qué es esta “sombra” sino la mismísima traducción al español de la palabra SHEKINAH?… ¿Porqué a María? ¿Hizo ella algo? Hay tan sólo dos ideas que nos podrían hacer pensar esto, una de ellas es su fe y que no cuestiona al Señor en esta orden y otra podría ser su humildad reflejada en su cántico de alabanza (Lc 1:46-56). Pero a la sombra de todo lo que hemos visto (y veremos las siguientes semanas) DEBEMOS darnos cuenta que Dios está listo para derramar su gloria sobre toda carne como lo predijo el profeta Joel… ¿estas listo para un derramamiento? (continuará)…
Pbro. Efraín Reyes Bonilla